miércoles, 26 de febrero de 2014

EMIKO Y SU PLÁTANO

1. El plátano. 23 de febrero de 2014. 8:30 a.m. Nervios a flor de piel. 7 grados centígrados con ligera brisa fría del norte que viene de la sevillana Sierra del Agua. La línea de salida está abarrotada de gente. Me llaman la atención muchas cosas y me fijo en los detalles, en los colores, en el frío que hace. Tengo algo de miedo y me encuentro solo. El dorsal me dice que una de mis compañeras se llama Emiko y parece japonesa. Va con su amiga Amido y se ríen las dos sin parar, de forma nerviosa y algo boba. No me llama la atención que sean muy bajitas y que parezca que no se enteren de nada. Me fijo en que Emiko tiene un enorme plátano en sus manos. Lo tiene sin pelar ni empezar. Enterito. Es raro. Nunca ha visto a nadie en una línea de salida con un plátano. Imagino que decida llevarlo corriendo los 42 kilómetros, para cuando lo necesite. Y eso, si lo necesita. No sé, son cosas que piensa uno.

2. El sufrimiento. Sale la primera hornada de keniatas. Me impresionan: escuchimizados, con la mirada fría y desconfiada. Son fríos y calculadores y pesan, cada uno de ellos, la mitad que yo. Claro, así cualquiera: con dieta y entrenamiento ya podrán. Empieza la fiesta. El caos: nos paramos dos veces al principio y los más puristas paramos el cronómetro. Creo que hay demasiada acumulación de corredores. Hay mucha gente: dicen que nueve mil. Han pasado de 1.800 el año pasado, a 9.000 corredores este año y ése es un cambio demasiado brusco. En la segunda parada vuelvo a ver a Emiko y a su plátano. Creo que lo coge con fuerza y sin cariño. Hace mal. De todas formas, ya no la veré hasta casi cinco horas después. Es todo muy raro, porque Emiko sigue riendo.

Hace frío y me he abrigado como un esquimal. Mis guantes y mis mallas me protegen. Soy friolero y ya 8 grados son muy pocos para mí, aunque estemos en Sevilla. Soy un corazón ardiente y los fríos me sientan fatal. Veo los brazos de mis compañeros y tienen la carne de gallina (yo estoy calentito, je je je je). Mi idea inconfesada era hacer de 3h40 a 3h45m, y aunque muchos me animaron a ser más osado e ir más rápido, lo cierto es que no me atreví. Acabo de decidir que la siguiente carrera iré a tope; con cerebro y sin calculadoras. Si el “tío del mazo” te va a atizar en algún momento, mejor haber ganado algo de tiempo. ¡¡¡A morir, Hermanos!!!

La carrera va bien. Sin lujos, pero a mi aire. Que si el Barrio de Triana por aquí; que si el puente sobre el río Guadalquivir por allí. La Catedral, el barrio de “Kansas City” (no es coña), el Benito Villamarín,.... van pasando poco a poco. El ambiente es “graciosillo”. Uno va pidiendo novia a todas las chicas que se encuentra como público. Nos encontramos con un grupo de chicas origen asiático. El maratoniano gracioso dice “Quiero un shinita, que estoy zortero”. Todos se ríen y el gracioso calla. Yo voy a lo mío: ¿qué habrá sido de Emiko y su plátano? Ni idea. Pienso en la soledad del corredor y sólo escucho el silencio. A partir del km. 28 todo se hace borroso y todo se difumina.  Me llegan las dudas y los problemas. No importa nada. Sólo tragar kilómetros. Veo a mis chicas en la plaza de España y las saludo como puedo. Ángela me hace una foto que veo luego y tengo un rictus de hemipléjico. Mayormente, no se puede decir que yo sea fotogénico.

3. Los calambres. Empieza la carrera en el kilómetro 30/31. Pienso que me quedan 12 kms. y que es sólo como un recorrido desde Marisma hasta el Barrio Pesquero y vuelta. Como si me dicen que tengo que ir a Polonia y volver. Me parece un mundo. Pero para eso está el entrenamiento, ¿no? Trato de tirar de calidad. Me deprimo y me exprimo como una naranja. En los avituallamientos sólo hay agua. No soy capaz de oír el ambiente y parezco como un zombie de Walking Dead. Me quedo sin geles y me acuerdo de Emiko y su plátano cargado de potasio. ¡¡Ay si tuviese su enorme plátano entre mis manos!! Lo devoraría. Veo a la hija de Pruden y me saluda. Creo que grito y, aunque no lo parezca, me da mucha alegría.

Me dan calambres en los isquios de la pierna derecha. Parezco una central eléctrica con tanto calambre y chispazo. En el kilómetro 37 me paro y lo hago en 6m30s largos. Imposible moverme, pero estoy muy cerca como para desfallecer.

4. El final. No todo son desgracias ni angustias calamitosas. Llego tras recuperar el criterio, el ritmo y el buen sentido. Los tres últimos kilómetros son más ligeros y, de forma extraña, me recupero. Hermanos, correr es como la vida: “Cuando Dios aprieta, jode pero bien, aunque al final suelte algo la mano”.

Llego y estoy pletórico e incluso con algo de euforia. Han desaparecido los calambres y me encuentro bien. Me cambio de ropa y saludo a la familia. Y cuando me cruzo con los recién finalizados, veo que Emiko acaba de terminar, tras casi cinco horas de carrera. Está exhausta y sola. No tiene nada en las manos. No me puedo aguantar, me acerco y le pregunto: “where is your banana, Emiko?” No me contesta. No me extraña.

Nos vemos el sábado. Os quiere, K.

9 comentarios:

josema dijo...

Que grande en el asfalto y con tu pluma
Be water muy friend que diría amiko

César Fernández dijo...

Enhorabuena Kun. Me ha emocionado tu crónica. El sábado nos vemos. Un abrazo.

Anónimo dijo...

http://www.corriendovoy.com/atletismo/92200/maraton-sevilla-2014
En este enlace se puede ver la llegada del gran Kun. Muy emotivo el momento del grito tras cruzar la meta, la recompensa al esfuerzo y al trabajo bien hecho!!!.

PRUDEN dijo...

Da gusto leer tus crónicas hasta he sufrido con tus calambres.Ahora a recuperar y a por el siguiente objetivo. Un beso

boticario dijo...

Si antes eras mi ídolo...ahora Kum...eres como un dios..

Pedro dijo...

Ole y ole, bien quillo bien, aunque hay que ir con menos miedos que tu puedes. un abrazo

Anónimo dijo...

Te voy a apuntar a la siguiente aunque solamente sea por leer la crónica. Bravo, nin. Me queda la duda de sí Emiko peló el plátano.

AGO

Divina dijo...

Ese Kun ,como mola se merece una ola!!!Que bueno ,si encima entras gritando.
El sabado nos vemos .Un besin

Carmen

Anónimo dijo...

Kun!!! que gusto fue leer tu cronica. Toda una odisea... lo mejor.. meta cumplida. El principio y el final, tengo que reir y ver tu humor realizado en meta. la Victoria de la meta, es solo para los disciplinados y tu lo has sido. Felicitaciones. AG